Pensando en el después dejamos de pensar en el ayer y vemos como los días nos acercan a una nueva realidad. Y es que ubicamos los acontecimientos en el justo lugar en los que fueron vividos. Inmóviles, incoloros los días, con dolor, sin dolor porque ya no sientes el dolor que te ocasionaron ahora miras al después y florecen tus pensamientos porque cada instante es una nueva expresión de vida. Podríamos decir que utilizamos aquellos días únicamente como un recurso para expresar un acontecimiento muerto al que paradójicamente damos vida. Ahora muerto, pero que en su oportunidad torturó tu mente y tu sentimiento hasta exprimirlo en el dolor con sabor a sal. Muchos de ustedes se preguntarán ¿Por qué cuando escribimos nos dejamos llevar por el sentimiento de melancolía o de dolor? Pero no es cierto, esos sentimientos se han eliminado en el mismo momento que se elimina el recuerdo, el que se elimina con el magnífico espacio por no decir tiempo, porque el espacio está mu